¿Por qué el inglés, el español y el alemán iban juntos a clases de yoga? Porque estaban buscando cómo estirarse de tantas tildes, conjugaciones y declinaciones que les hacían perder la calma. «¡Inhala, exhala!», decía el profesor, mientras el alemán intentaba no caer en acusativos complicados, el inglés trataba de no tropezar con phrasal verbs y el español luchaba con un pretérito pluscuamperfecto. Al final, todos decidieron que la única forma de relajarse sería con un siestecillo de dos horas.