Un lingüista se va de vacaciones a un país extranjero decidido a impresionar con su dominio del idioma local. Al pedir comida, dice seguro: «Quiero un elefante asado». El camarero, asombrado, responde: «Lo siento, señor, eso está literalmente fuera del menú. ¿Le gustaría probar el ELEFANTE frutal, es decir, una ensalada con trozos muy grandes?» El lingüista frunce el ceño y dice: «Debería haber seguido estudiando… ¡frutas!».
