¿Por qué el auto fue a terapia? Porque cada vez que intentaba cambiar de marcha, su motor le decía: «¡No eres tú, soy yo!». Al final, el auto se dio cuenta que, para estar en paz, necesitaba más aceite de calma y menos drama en la autopista.
¿Por qué el auto fue a terapia? Porque cada vez que intentaba cambiar de marcha, su motor le decía: «¡No eres tú, soy yo!». Al final, el auto se dio cuenta que, para estar en paz, necesitaba más aceite de calma y menos drama en la autopista.