Un día Platón caminaba reflexionando por el ágora cuando un gato filósofo se le acercó y le dijo: «Si un árbol cae sin hacer ruido, ¿será que Aristóteles está durmiendo la siesta otra vez?» Platón sonrió y contestó: «¡Depende de si estoy ideando el árbol o si el pobre tronco es solo la sombra de una idea! Pero por si acaso, mejor no despiertes a Aristóteles, que luego pasa toda la clase preguntándose si debemos usar hachas o ideas para estudiar la caída.»