Un día, tres amigos decidieron aprender a cocinar juntos. El primero dijo: «Yo seré el chef, porque tengo el sartén perfecto.» El segundo se ofreció como el catador porque «siempre tengo hambre.» El tercero, mirando al bote de sal gigantesco, comentó: «Yo seré el que haga las mismas bromas saladas, porque cocinar no será mi fuerte… ¡pero aportaré sazón al ambiente!»
