Un mago estaba tan obsesionado con mejorar su acto que un día se encerró en su cuarto para practicar y dijo: «Cuando salga de aquí, seré el mejor mago del mundo». Meses después, cuando finalmente abrió la puerta, se encontró frente a un espejo… ¡y no reconoció a la persona reflejada! Había mejorado tanto su truco de desaparición, que ahora no sabía ni cómo volver a ser él mismo. Su mejor amigo le gritó: «¡Hombre, te has vuelto invisible al sentido común!»
