En un pueblo, un gato negro cruza la calle y todos los vecinos se detienen horrorizados. El gato, ofendido, dice: «¡Vaya superstición tienen ustedes! ¡Si supieran el infortunio que traen las suegras los domingos, me agradecerían el paseo!» Entonces un vecino le responde: «Claro, pero si ponemos una herradura en la puerta, tú te alejas, pero mi suegra se queda.»