Un turista llega al mostrador del aeropuerto y le dice a la recepcionista: «Quiero un boleto para París, pero solo de ida». La recepcionista le pregunta: «¿Quiere desaparecer como en una novela?» El turista responde: «¡No, es que he oído que los croissants allí son tan buenos que podría perder la orientación y no quiero que me encuentren jamás!»