Entré a un restaurante tan exclusivo que, al recibir la cuenta, ¡me dieron una taza de café gratis para recuperarme del susto! Hasta el camarero susurró: «Si necesita un abrazo, también está incluido en el servicio».
Entré a un restaurante tan exclusivo que, al recibir la cuenta, ¡me dieron una taza de café gratis para recuperarme del susto! Hasta el camarero susurró: «Si necesita un abrazo, también está incluido en el servicio».