Un día, un pingüino entra a una zapatería y el vendedor, algo sorprendido, le pregunta: «¡Hola! ¿En qué puedo ayudarte?». El pingüino responde: «Estoy buscando unas sandalias». El vendedor, extrañado, dice: «¿Pero no vives en el Polo Sur? ¡Ahí no se usan!». A lo que el pingüino contesta: «Sí, pero no quiero ser acusado de tener siempre los pies fríos en mis vacaciones al Caribe».