En un vuelo a gran altura, un pasajero le pregunta a la azafata: «¿A qué velocidad volamos?» Ella responde: «A 900 km/h». El pasajero asustado dice: «¡Dios mío, y yo dejé el horno encendido en casa!». La azafata, sin perder la calma, le dice: «No se preocupe, ¡al ritmo que vamos, llegamos antes de que se caliente la comida!».