En un partido de fútbol, el árbitro decidió subir un cerro para entrenar y mejorar su condición. Al llegar a la cima, un espectador curioso le pregunta: «¿Entrenando duro, eh?». El árbitro responde: «Sí, es que en la cancha siempre le digo a los jugadores que suban el nivel, pero tengo que practicarlo yo primero… ¡para no quedarme atrás con las tarjetas amarillas!»