¿Por qué los aviones no pueden contar chistes buenos entre ellos? Porque siempre están volando demasiado alto, y cualquier chiste que intenten hacer resulta en un aterrizaje forzoso… ¡de risas! Además, si algún chiste llega, siempre hay turbulencias de carcajadas en la cabina. ¡Parece que los pilotos necesitan un copiloto comediante para que todo aterrice bien!